sábado, 26 de abril de 2008

Una calle de Chihuahua

Miro de reojo por la ventanilla del coche, a mi lado un VW Sedan color púrpura, lleno hasta el tope de chicos con sombrero vaquero, uno de ellos me mira, se sonríe. La luz verde. Avanzo y miro el cielo despejado, un azul deslumbrante me ciega, ni una nube en todo el panorama. Hay sequía. Desde nuestra llegada ha llovido sólo unos tres o cuatro días.

Sigo por la calzada, en el tumulto de coches puedo contar hasta 10 autos “chocolate”; una de las consecuencias de la falta de atención al transporte público y de la importación desmedida de automóviles “gringos”. Muchos de los mismos son automóviles de lujo: Hummer, Mercedes Benz, otros simplemente permiten que la población pueda moverse de un lado a otro, algunos no sé bien cómo lo hacen pues el coche es un amasijo de hierros viejos.

En la siguiente parada me encuentro en la acera a dos militares encapuchados haciendo guardia, miran sin mirar a nadie y extienden su arma hacia la intemperie. Me dan escalofríos. Un niña tarahumara recorre las calles con su manita alzada, no puedo dejar de mirarla, está descalza y tiene un vestido precioso.

Llego a la universidad. El hombre que me permite acceder al estacionamiento siempre lo hace sonriendo, me alegra el día verlo, es de esas personas que denotan felicidad. “¿Cómo está, maestra?”, saluda moviendo la mano y me hace una mueca de júbilo.

Menos tiempo que siempre y más trabajo que nunca. Pero me encuentro feliz. Afortunadamente he conocido personas maravillosas, chicos brillantes e inteligentes, que te devuelven la ilusión de un mundo mejor. Personas con las que comparto el día y en las que confío mis mayores expectativas.

Chihuahua está lleno de problemas, pero también de soluciones, no logro describir la variabilidad de emociones que me despierta esta ciudad y su gente. Aquí seguimos. Con la sequía, el tráfico, los militares en la vialidad y las voces de “Korima” en las esquinas de la avenida, pero también con los atardeceres luminosos, las sonrisas de los desconocidos y la velocidad con la que surge el cariño ante lo descubierto.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay nada malo en Chihuahua que no pueda ser resuelto por lo que esta bien en Chihuahua.

Gabriela dijo...

Que precioso texto, al fin podemos leerte de nuevo y saber un poquito de tí y lo que ven tus ojos. Queremos saber siempre y más.
Besos y abrazos desde el mediterráneo también en sequía.
Gabi

Anónimo dijo...

hola marielo, me da gusto estar cerca de gente como tu entusiasta y optimista. se te quiere aqui en chihuahua

Anónimo dijo...

jujuju mira nada más lo que me encontré :P El blog de Marielo jajaja

pero bueno... muchas gracias por tu clase, fue muy buena, aprendí mucho y me la pasé suave. Es bonito tener maestras como tú, entusiastas y emprendedoras que todo quieren hacer. Lástima que no me vas a volver a dar clases, pero ni modo... como dijo Rosángela, no te vas a deshacer de los LRIs tan fácilmente :D

Anónimo dijo...

Muy bien Chaparrita, sigue escribiendo, ya sabes que soy tu fan #1, me sigue encantando tu estilo descriptivo y que hasta la cotidianidad la haces un poema. Te queremos y te admiramos mucho, mucho. Amá

Anabel Holguín dijo...

¡¡¡Quiubole maestra!!!

Yo también soy su `fans` =)

¿Cómo algo tan sencillo y rutinario como una calle de Chihuahua puede evocar tantas imágenes y tantos significados? Bueno, no lo puede per se, sino por la persona que está detrás de todo esto...

Saludos afectuosos

anna+bell

Solera dijo...

Hola Marielo como estás?

Yo siendo muy feliz porque Anabel me acaba de decir que tienes blog, y me he reido un poquitin con lo que encontré en la página principal.

Ya mero vamos a vernos para comer contigo :) pero de todas maneras me quise adelantar a saludarte

Quiero que sepas que eres de esas personas que nunca pasaran de mí, no porque pueda asegurar que volverás a darme clases ni porque espero que seamos soverycompas por siempre, sino porque ya eres un factor de cambio que a través de enseñanzas me ha marcado.

Y no solamente enseñanzas académicas (que a veces son las que menos cuentan/sirven) sino en general por ser una persona consciente de su entorno, por dar lo mejor de ti, por ser feliz y por dar amor a quienes te rodean.

A los maestros, los alumnos los clasificamos como "barcos", "malditos", "buenazos" y está otro grupo "no etiquetado" al que tu perteneces, que son de los que aprendemos mucho en clase y que además admiramos. Yo tengo pocos maestros amados (se cuentan con los dedos de una mano) y tú eres una de ellos.

Y bueno, ya te escribí una carta de amor, que Nikola ni que nada! más parezco yo el amor de tu vida ;) jeje

Ah, todavía tengo que comentarte otros pendientes de la investigación pero esos serán en persona.

Un abrazo para usted

SOL

Anónimo dijo...

Bueno, parece que el momento de conocerlo se acerca, ¿no? Un abrazo muy fuerte para los 2. Nos vemos en Chiuaua